Documento extraído de la revista Prendimiento 2006 en su edición nº 7
Ser los ojos del Nazareno
Pertenecer a la cuadrilla de costaleros de Nuestro Padre Jesús Nazareno es una de las experiencias
más gratificantes de nuestras vidas.
Y aunque nuestra función no se lleve a cabo debajo del paso, nos llena de orgullo ser los encargados
de guiar los pasos de nuestros compañeros, con la responsabilidad que conlleva
ser capataz y contraguías.
Todas las actuaciones que la cuadrilla llevamos a cabo a lo largo del año,
las realizamos con mucha ilusión, sin embargo, hay que reconocer que algunos momentos
nos hacen flaquear, pero los buenos vividos superan con creces las situaciones negativas.
Si hay que enumerar aquellos instantes más emotivos para la cuadrilla del Nazareno
nosotros destacamos algunos de los que consideramos que por diferentes razones,
nos han hecho muy felices a los que formamos parte de ella.
En el primer día de trabajo con los costaleros, lo que nosotros conocemos como
el "día de la igualá", podemos notar el entusiasmo de todos por mejorar las actividades
que cada año hacemos y proponer otras nuevas que nos unan aún más.
Con la misma ilusión, la cuadrilla, afrontamos nuestra primera puerta,
precisamente el momento en que todos los costaleros nos encerramos y cada uno
tiene la oportunidad de tener una charla íntima con nuestro Padre.
Y casi sin darnos cuenta se va aproximando la Semana Santa y se acerca
nuestro "día grande" después de muchos ensayos en las frías noches de invierno.
Uno de los ensayos más emocionantes, próximo al "gran día",
es el que hacemos conjuntamente con la Banda, momento en el que unimos nuestras ilusiones
y la alegría por el trabajo bien hecho, ya que los tres tenemos una relación
muy especial con la Banda.
Después llegan los nervios, y el trabajo se acumula porque cada vez está más cerca la Madrugá.
Llega la hora de adecentar nuestro paso, que es llevado por la cudrilla para el montaje,
el Miércoles Santo. A todos nos llena de emoción ser testigos del proceso de decoración
que termina con la colocación de las flores el Jueves Santo por la mañana,
cuando todo se queda listo y preparado para la procesión.
En este instante, los costaleros que hemos estado ayudando en el embellecimiento,
le pedimos a Nuestro Padre que nos ayude y nos dé fuerzas para hacerlo bonito,
la Madrugá del Viernes Santo.
Y tras muchos meses de ensayos, llega el momento tan esperado por esta cuadrilla
y por los amantes de la Semana Santa.
A las cinco de la mañana se abren las puertas a los penitentes y a los costaleros,
a los que todos ayudamos a hacer los costales y fajas.
Preparados para nuestro acto de penitencia, el Capellán aprovecha para dirigirnos
unas palabras de ánimo en nuestra tarea que comienza.
Con la entrada del Judas a la Capilla, nuestros nervios se ponen a flor de piel
poruque ahora comienza lo más difícil, la salida de Nuestro Padre a su procesión,
admirada por miles de miradas que se concentran en la plaza de Santa Catalina
para tan esperado momento.
Guiar con perfección el paso en la salida es una gran responsabilidad
poruque la estrechez de la puerta de la Capilla nos obliga a sacar a Nuestro Padre
con mucha delicadeza.
A pesar de esta responsabilidad, no se puede explicar con palabras,
la emoción que nos embarga al convertirnos en los ojos de Nuestro Padre Jesús.
La procesión integra muchísimos momentos para los que nos hemos preparado con devoción:
la carrera oficial, el encuentro con la Magdalena, San Juan y la Virgen de los Dolores,
y las Tres Caídas, que se reincorporaron el año pasado con motivo de la celebración
del IV Centenario de la Cofradía de Jesús Nazareno.
Y de nuevo, el tiempo se nos hace corto, y el final del recorrido está cerca.
Enfilamos la calle Benedicto XV y sentimos la procesión como nuestra porque los nervios
se quedaron en el camino.
Cuando hemos devuelto a Nuestro Padre a su Capilla y hemos acabado los actos
de penitencia, la cuadrilla de funde en un abrazo de satisfacción y emoción
por haber cumplido un año más con nuestra misión, y las lágrimas que no podemos contener,
lo demuestran.
"Penitencia al Nazareno, un racheo y tambor ronco"
Firmado:
Capataz y Contraguías
de la cuadrilla de Costaleros Sayones
de Jesús Nazareno.
Capataz: Pedro José Ranchal
Contraguía izquierdo: Carlos Bravo
Contraguía derecho: Jose María Iglesias
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